Por Martín Basyk
Reconocer
nuestras emociones y las de quienes nos rodean constituye un avance primordial
para nuestro crecimiento espiritual y una enseñanza imprescindible para
afrontar los inmensos desafíos que se nos están presentando en este nuevo
milenio.
Durante siglos
hemos sido inducidos a priorizar la razón por sobre la emoción, hemos dejado a
un costado aquellas “tonterías” del romanticismo, perdimos la capacidad de sentir
y de dar, y con ello se han ido callando nuestros corazones llevándonos a
actuar cada vez con mayor timidez en la expresión. Alejándonos paulatinamente
del maravilloso cántaro del amor creímos que el dolor se disiparía para
siempre, pensamos, si pensamos racionalmente, hasta como debíamos amar y... Continuar leyendo